viernes, 12 de febrero de 2010

Antonieta Rivas Mercado 1900-1931

La que se murió de amor en Notre Dame.
Una mujer que puso condiciones al destino.

Reproducimos dos fragmentos sobre aspectos políticos-religiosos de la obra de una valiente mujer mexicana, tomados del libro “Obras completas de Antonieta Rivas Mercado” de Luis Mario Schneider.

“Si José de León Toral asesinó, obró como condensador de energía latente. Fue el país todo el que puso en su mano el arma homicida. Fue el país todo tratando de sacudirse al tirano. La tiranía es intransigente, fanática; pretende imponer sus leyes, y los delitos políticos, especialmente el regicidio es brote invariable de la tiranía (...)
Hubo un momento en el siglo XVI en que los liberales comenzaron a enarbolar el pendón de las libertades populares, atacando el despotismo con obras viriles y candentes. Con sus anatemas fulminaron a los tiranos que hieren la conciencia y matan la libertad. Con verbo vibrante defendieron el tiranicidio, que es el más sacrosanto derecho del pueblo. Defendieron su derecho para destruir todo lo que obscurezca y emponzoñe la libertad. Invariablemente, cuando los pueblos se hallan castigados por persecuciones inicuas, esa antigua teoría renace, crece y se dilata para convertirse en sangre y traducirse en Crimen. El que mata al tirano no es asesino sino defensor de libertades” p. 222

“Y era que casi los únicos obstáculos serios que se oponían a la expansión de la América protestante, con su inmenso poder mecánico, han sido los moldes de concepto y sensibilidad forjados por la Iglesia y por España, espirituales baluartes de independencia (...).
Hemos de repetimos que la lucha es a muerte y que se impone echar mano de todas las reservas vigorosas de nuestra civilización si queremos subsistir bajo la presión del émbolo gigante. Por eso, Vasconcelos, que no es católico practicante, comprendió, y la juventud también lo entendió así, que más vale a México un retorno al catolicismo acendrado, un españolismo cabal, que seguirse desliendo en un protestantismo americanizante, y que la lucha había de ser sin tregua(...).
Estamos en álgido periodo de rectificaciones y de todas las que hay que hacer, la esencial, es la revaloración de España y de la Iglesia en su obra civilizadora en el Nuevo Mundo. De este fecundo acto espiritual ha de proceder, acaso, el refrendo de nuestra supervivencia” p. 90-91

“Este libro es mi adiós a México: el definitivo, pues si mujer salí fugitiva, mañana, publicando un primer libro, no podré volver a entrar «por extranjera perniciosa», y esto me impone. Es definitivo (...). Con mi primer libro me despediré de México y entraré en el mundo al cual he de conquistar.”
Recomendable su escrito "La mujer mexicana"